Yo misma pensando: - Cuestiona lo que te dijeron, escucha a tu cuerpo, elige desde la libertad, no desde el miedo al qué dirán.
A veces me siento completamente desubicada en mi entorno...
Mientras yo intento compartir una perspectiva de vida más natural, más libre —una visión nudista que promueve la aceptación del cuerpo tal como es, sin filtros ni vergüenza, entendiendo que nacimos desnudos por una razón, que ningún otro ser vivo se oculta tras la ropa como los humanos—, la mayoría de las personas a mi alrededor apenas está comenzando a cuestionar si puede dejar el brasier en casa, usar shorts cortos, traje de baño de dos piezas o simplemente vestirse como le plazca y no como “debe”.
En este contexto, hablar de desnudez sigue siendo casi un tabú. Algo radical. Está a años luz de lo que muchas personas pueden tolerar, y no porque sea algo malo, sino porque nos han enseñado a tenerle miedo, vergüenza, repulsión o deseo… pero no a verla como algo natural.
A veces pienso que si hubiera nacido 20 años después o en otro país más avanzado, quizás no estaría tan censurada, tan estigmatizada. Y no lo digo desde la victimización, sino desde la realidad: en países como México, las redes sociales son mucho más estrictas que en Europa, y la sociedad, sobre todo la latinoamericana, todavía cosifica, sexualiza y minimiza a las mujeres con muchísima facilidad.
Y sin embargo, creo que esto irá cambiando… lentamente. Tal vez no me toque disfrutarlo por completo. Tal vez mi papel en este momento es sembrar la incomodidad, cuestionar, abrir espacio, ser parte del cambio que otras personas sí van a vivir más libremente.
Y con eso, me basta.